viernes, 26 de febrero de 2010

From my memory

Es hermosa. Cruzamos miradas y enseguida me di cuenta que hiba a ser mìa. Tal vez me estoy adelantando.. sólo fue un beso.
Su mirada.. esa mirada gatuna. Pero no de gata, no. Sus ojos son sinceros, inocentes. Todabía no se desilucionó del amor, eso se nota.
Pasó por delante y sus manos se posaron un instante en mi. El gesto fue retribuído de igual manera. Aunque halla durado el tiempo en que se hacen los 3 pasos hasta ubicarse en su puesto, detrás del mostrador. Pedí cambio a su jefe y me fuí a sentar en una máquina. Sabía que ella me seguía con la mirada, por eso mantuve la vista baja.
Puse una moneda primero, se acreditaron 5 minutos. Puse la segunda moneda.. 10 minutos. Me tomé un microsegundo en suspirar. Ahí estaba. Se acercó con su aire juguetón y se sentó detrás mio, a "chusmear". Mantuvimos una charla insignificante. Confesé mi somnolencia. No recuerdo lo que ella dijo.
Las monedas se me terminaron. También mi insistencia en besarla. Justo antes de irme se mostró dispuesta. Ése jueguito... tìpico, aunque no logro acostumbrarme.
La besé una vez primero. Al notar lo indefensa que estaba le robé otro. Éste último dejó la secuela que solo unos labios suaves y tiernos pueden dejar, ésa que se recuerda llegada la noche.
Para no parecer maleducado me quedé 1 minuto más a su lado, con la máquina ya bloqueada. Luego me fuí, con la textura de sus labios posados todabía sobre los míos.

jueves, 18 de febrero de 2010

Los Miserables



El otro día en el programa periodístico "678" de Canal 7 (televisión pública) escuché que un panelista había publicado un artículo sobre el periodismo en general, con sus tantas contradicciones que hoy día son objeto de discusión y preocupación. Este tema, particularmente, me llama mucho la atención. Ya escribí sobre esto, y me parece una especial contribución a mis anteriores escritos dar a conocer la opinión de un periodista sobre el asunto. Éste artículo titulado Los Miserables fue publicado en "Crítica" por H. Brienza el 09.11.2009 :




"El debate por la ley de medios audiovisuales asestó uno de los golpes más duros que pudo haber recibido el periodismo en democracia. El miércoles pasado, en el acto de La Plata, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo: “Se acabó el mito de la prensa independiente”. Lo dijo celebrándolo. Más allá de las variadas interpretaciones que se le pueden dar a esa frase, hay algo que no puede restársele, y es veracidad.


Si hubo una estocada que recibió el conglomerado Clarín fue el ataque, justamente, a su eslogan “Periodismo independiente”. Hoy nadie cree en su “independencia” informativa.Pero no sólo Clarín quedó mal parado en estos meses. El debate por la ley nos obligó a los periodistas a mirarnos al espejo. Y el reflejo nos devolvió todas nuestras miserias.




Hace exactamente 17 años que hago este trabajo y en estos años he visto la cara horrenda del periodismo: que la mayoría de las notas publicadas son publicidad u operaciones de prensa, que hay periodistas que cobran por las notas, que los medios son, en su mayoría, manejados por empresarios a quienes les importa menos el periodismo que sus propios negocios, que muchas veces somos ingenuos frente a la rapacidad de políticos y empresarios, que debemos escribir lo que la “línea editorial” nos “sugiere”, que en la mejor de las veces defendemos con honestidad nuestra propia ideología y en la peor nos escondemos hipócritamente en la palabra “profesionalismo”, que a veces nos equivocamos por “boludos”, que otras veces miramos mal, que la verdad no existe y quienes pretenden arrogársela son más peligrosos aun que los que dudan, que hemos construido un cinismo galopante y destructor que casi siempre se trasluce en un inconformismo histérico, que nos gusta jugar a los fiscales pero no nos gusta que nadie nos fiscalice, que hemos abusado de la denuncia y de la patotería, que los medios reproducen un discurso racista y, sobre todo, discriminador hacia los sectores de menores recursos, que vivimos anunciando el Apocalipsis, que nos metemos en la vida privada de la gente, en su cama, en sus narices, en sus placares –y de esto bien sabe, porque lo ha sufrido, Diego Maradona, quien se ha convertido en algo así como el Aleph de todas las miserias del periodismo–, que hemos convertido en gurúes a economistas que han destruido las finanzas del país, que nos hemos “chabacanizado”, que cada vez leemos menos y somos más incultos, que por abrazarnos a un jugador de fútbol damos un párrafo entero, que por un libro importado de más de mil páginas trocamos buenas críticas, que por un buen entrevistado limamos nuestras preguntas, que hay pocas cosas menos éticas que una charla en off con una fuente, que si las reuniones de editores fueran grabadas o filmadas habría tres presos más por día –es ironía, claro–, etcétera, etcétera…




Como verán, no creo mucho en lo que hacemos. Pero hay algo que me subleva. Cuando un empresario que no paga sus impuestos o que se mata por quitarles unos puntitos más de plusvalía a los trabajadores, o un tachero que te pasea por toda la ciudad para afanarte cinco pesos piojosos, o un político con máster en “armado de cometa”, cuando un lector psicótico escribe en la web “teta, culo, pito” porque no le gustó una nota de un tipo que se la pasó dos días trabajando, o una ama de casa de Nordelta cuya única preocupación es cuántos kilos les pondrá a sus pesas para seguir cuidando su lustrado fuselaje hablan pestes del periodismo, me enfermo.Yo no creo en el periodismo, pero creo en los periodistas. He visto compañeros debatiéndose internamente y enfermándose por cuestiones éticas, los he visto trabajar en condiciones de pauperización, los he visto “cagados en las patas” porque en sus teléfonos sonaban amenazas de políticos, de empresarios, de agentes de inteligencia, o masticando bronca porque por “cuestiones editoriales” no se publicaban sus investigaciones. He visto compañeros con los ojos perdidos porque no encontraban un buen adjetivo o un buen sinónimo, he visto discusiones sobre sueños, sobre estupideces utópicas, sé de algunos que hasta atesoran una bala en su espalda por una nota que ni siquiera valió la pena y sé, también, que la mayoría de los que andamos en este asunto lo hacemos con una honestidad y una pasión que pocos argentinos vuelcan en sus trabajos. Esta nota puede resultar contradictoria. Y tal vez lo sea. Respeto mis propias contradicciones porque no le temo al pensamiento vivo.Hace unos años, cuando uno decía “soy periodista”, automáticamente un aura dorada se encendía por encima de nuestras cabezas. Algo de magia le dábamos a esa sociedad que nos endiosaba. El periodismo denunciaba, para que la sociedad pudiera ser aséptica. Ahora, sólo se escucha una risita sarcástica o se percibe una mirada reprobatoria. Nosotros, los periodistas, nos hemos convertido en los miserables. Habría que preguntarse, entonces, en qué se ha convertido esa misma sociedad que ahora nos envía al Gehena. Posiblemente, la asepsia también era una gran mentira."


jueves, 4 de febrero de 2010

Mentiras


Siempre tuve la duda de porque en lugar de aclararme cosas, a medida que pasa el tiempo, me confundo mas y mas.

De chico era mas seguro que ahora, incluso pensaba con más inteligencia.

Es que los niños son puros, con ésto quiero decir que están en formación. Todavía no fueron moldeados por este sistema.

Digo sistema y no sociedad, porque ésta sociedad se moldeó con parámetros impuestos por el sistema. Estoy hablando de un sistema político. Pero no de los que comúnmente conocemos, que son una fachada. Existe un sistema que miente a la gente, que manipula y controla las sociedades. A este sistema no le importan las razas, las religiones, las nacionalidades. Sólo le importa una cosa: el dinero.

Está formado por un pequeño grupo de gente poderosa, y sus decisiones nos perjudican directamente.

Vuelvo al principio. Es que cada día antes de descubrir la verdad sentía miedo y confusión. Me daba miedo salir a la calle, sentía que no había mejor lugar que estar en mi casa, en la seguridad de mis paredes. No por miedo a delincuentes o accidentes, sino a algo indefinido. Una especie de pánico a mi futuro.

Sabía que algo estaba mal pero no hubiese podido decir qué. Sólo me quedaba en casa mirando la televisión y dejando pasar el tiempo. Irónicamente, la televisión es la fuente de mi terror.

Todo lo que se puede ver son mensajes de miedo. En las noticias no pasan otra cosa que tragedias. Si observas bien, objetivamente, los mensajes sugestivos se hacen obvios. Sé que hace calor, pero aunque en la tarde disminuya la temperatura considerablemente, el mensaje sigue siendo negativo. Ésto es un simple ejemplo aislado que escuché en la tv, de parte de alguien que se dió cuenta y se escandalizó por la sugestión negativa que produce la televisión en las personas.

Es de conocimiento público que los grandes canales de noticias son controlados por personas poderosas. No sólo la televisión, sino también diarios y revistas, y principales fuentes de información.

Ésta información y demás contenido esta manipulado para el beneficio propio.¿De qué libertad hablamos cuando sabemos que censurarán o transformarán realidades que perjudiquen de alguna manera a estos poderosos? Los que hablan son silenciados. Y de ésto existen muchos ejemplos en la historia, sólo basta con revisarla. Cabezas (periodista) que se "entrometió en cosas que no le incumbían"; John Lennon (músico) que alborotaba a la multitud, porque enseñaba una forma de vivir no rentable; J.F. Kennedy (presidente) que sabía que una sociedad secreta gobernaba y deseaba abrirle los ojos a su pueblo.

Éstos son sólo ejemplos que puede apreciar un adolescente como yo. Pero ¿quién se podría imaginar que el asesinato de miles de personas se basa en una mentira?

La guerra contra el terrorismo es simplemente una mentira para justificar el saqueo de medio oriente.

No es nada nuevo, lo que se aproxima me inquieta en realidad. Es que en los últimos años han intentado meterse con latinoamérica, y lo han hecho en muchas ocasiones. Va a llegar un momento que tendremos que luchar por nuestra libertad. Sólo espero que no estemos suficientemente oprimidos, si es que ya no lo estamos. No permitamos que gente poderosa se entrometa en nuestros gobiernos.

Luchar por nuestra libertad no significa lucha armada, ya que ésto es lo que en realidad nos conquistaría, lo que beneficiaría más que nada a los poderosos. Con luchar por nuestra libertad quiero decir que no nos dejemos llevar por lo que nos dicen, ni siquiera por lo que vemos, que abramos los ojos y nos demos cuenta lo que en realidad significa la vida. Vivir no se trata de hacer dinero, o de vestirte de determinada forma, no se trata de las diferencias que tengamos con los demás sino del parentezco que tenemos entre nosotros. Se trata de sentir, se trata de amar.