lunes, 4 de julio de 2016

Preguntas en la oscuridad

Hace tiempo que no razono. Voy perdiendo vocabulario, capacidad para expresarme. Creo que es porque ya no converso conmigo mismo. Hace tiempo que dejé de mantener diálogos en mi mente. Simplemente me limito a existir, a ser, sin verdadera conciencia ni cuestionamiento.
Pensé que el desapego emocional era una virtud, pero se va pareciendo a una especie de autismo. No me gusta.
¿Cuidar la caligrafía? Ni pensarlo. Soy un desastre que no se preocupa de la estética ni las formas.
Confío en mi mismo, soy un "emacéntrico". Pero poco a poco voy aceptando ideas ajenas, las uso de inspiración y hasta las cito. Creo que es un paso en buena dirección.
¿Qué hay en la oscuridad? Debo permitirme escudriñarla. Debo, con exigencia, tomarme el tiempo necesario para realizarme y responderme éstas preguntas.

viernes, 1 de julio de 2016

Cambios en el mundo a partir de la tecnología

[... han entrado en el lenguaje cotidiano los términos propios de la cibernética. Cuando discutimos, no preguntamos el parecer de nuestro interlocutor, sino su feedback; es más, no mantenemos ya diálogos, sino que solicitamos un input. Esta siniestra invasión del logos (en su significado más amplio del mundo de la palabra y el pensamiento), por parte de la terminología electrónica de la tecnocracia moderna, representa una subversión no sólo de la interacción humana o cualquier nivel de experiencia social, sino incluso de la personalidad del hombre como fenómeno orgánico y de desarrollo. Se asume la dimensión moderna de un sistema cibernético, y no sólo en los atributos físicos, sino incluso en su propia subjetividad.]
Autogestión y Tecnología. Murray Bookchin



La tecnología en sí misma no es ni buena ni mala, simplemente es un producto más de la mente humana que ha servido para nuestro desarrollo. Anteriormente la humanidad ha conocido tecnologías, y no las ha explotado como explota hoy por hoy el capitalismo cada recurso que llega a sus manos. Y ahí es donde se encuentra el problema, donde el verdadero desarrollo se detiene para caer en las cíclicas garras del capitalismo, que todo lo convierte en negocio, incluso a cuestas de la propia humanidad.
Si me preguntan sobre los cambios en el mundo a partir de la tecnología, me encantaría hablar sobre una realidad donde la tecnología desarrolla nuestras habilidades creadoras, donde expande nuestra imaginación y nuestras habilidades sociales al punto de unir todas las almas que moran éste planeta, incluso más allá. Pero la realidad es muy distinta. Cuando me asomo por la ventana para admirar el paisaje lo primero que me encuentro es una cámara aferrada al otro lado de la calle, que me observa con una capacidad de giro de 360° y un zoom capaz de adivinar lo que sucede tras mis cortinas. Cuando voy caminando por la calle mirando mi celular, me asaltan multitud de avisos publicitarios que me ofrecen restaurantes cercanos a mi ubicación. Algunos podrán considerar ésto como un avance, pero la realidad es que yo no tengo hambre, no quiero ir a un puto restaurante. Ahí es cuando me pregunto cómo hace éste aparato para saber dónde estoy, y me doy cuenta de que debí haber leído la letra pequeña de ese contrato que acepté en el momento de instalar esa aplicación. Me doy cuenta de que probablemente un gran porcentaje de la población mundial aceptó inconscientemente llevar un GPS en el bolsillo, todos los días de su vida, y no me parece algo para nada bueno.
Cada día que pasa la tecnología nos aísla. Los informáticos que soñaban con software libre y anarquía ciberespacial han sido devorados por la maquinaria. Hoy todo se trata de las grandes corporaciones. Google, Microsoft o Apple algún día llegarán a estar tatuados en nuestra piel.