lunes, 3 de junio de 2013

La vida es como un electrocardiograma



La bañera está lista. El vapor del agua caliente me sofoca aún más, pero aún así puedo sentir cómo las toxinas de odio que destila mi cuerpo quedan flotando en la superficie a medida que introduzco primero un pié, luego el otro... y así hasta quedar sumergido casi por completo en aquella bañera, como si se tratara de una intervención depuradora. Me inclino hacia atrás. Los oídos se llenan de agua y mi cabeza se inhunda de ese grave y turbio silencio, haciendo que mis latidos acelerados reboten por todos lados. Un sin fin de imágenes se reflejan en el agua: Las vías de un tren, sangre en mis manos, lamentos cobardes, amenazas de muerte.
Todo eso quedó atrás. Ahora sólo estoy yo.
Si vives como en una peli de Tarantino, acabarás mal
Mierda, tengo el nudillo fisurado. Lo sé por que ha pasado un mes y todavía no logro cerrar el puño correctamente. ¿Por qué no logro conformarme con una vida tranquila como todos los demás? Un trabajo normal, pocas emociones, estabilidad. ¿Acaso no es eso la felicidad? Bueno, he de resignarme, ya que por más que lo intente... a mí no me funciona.
Tengo la seguridad de poder decir que no he jodido a nadie que no se lo mereciera. ¿Te suena esa frase? Benditos sean los que subestiman, nos dan la oportunidad de lucirnos.

El agua caliente relaja mi cuerpo, la respiración se equilibra, la mente por fin se aquieta. Siento como la calma, tan ansiada, se apodera de mí. Las ideas se acomodan, debo dejarlas salir.

Taquicardia

Se me acelera el corazón
me falta la respiración
algo va a estallar
en mi interior
impulsos se apoderan
de mi razón
desesperado busco
satisfacción
Un silbido me nubla
la visión
Mis oídos están
 bajo presión
Ansiedad por encontrar
la motivación
Quiero dolor real
no de ficción
No sucumbir antes
de cumplir la misión
Encontrar lo que me pasa
y finalizar la sesión.