jueves, 24 de junio de 2010

La Aventura

El despertador dió las nueve, pero Emiliano ya estaba despierto observando el techo de su habitación. Era un cuarto ámplio pero acogedor. Sus paredes tapizadas por pósters y el techo bajo de tirantes barnizados creaban una atmósfera cálida. Tras desactivar la alarma se levantó con decisión y se calzó las pantuflas. Por fín había llegado el día tan esperado. Se dirigió hacia la cocina para poner a calentar la pava, mientras comprobaba en el calendario colgado en la sala que no se equivocaba. Hoy era 1° de Diciembre: su cumpleaños.

El silbido de la pava lo hizo despertar de su ensimismamiento. Se divirtió al preguntarse cuánto tiempo había pasado mientras observaba un punto en la atmósfera de la cocina, apagó el fuego y fué con la pava y el mate hasta la mesa de mantel floreado que se encontraba en la sala comedor. Encendió una pequeña radio con antena; en medio de su zapping radial distinguió un sonido como de bandoneón. Tardó un poco en sintonizar un tango que ilustraba a la perfección aquella mañana. Por la ventana se divisaba un hermoso y verde jardín. Por todos lados el Sol iluminaba flores, hojas y ramas. Un frondoso árbol proyectaba fresca sombra, bajo la cual descansaban dos pequeños perros, con la lengua afuera y aspecto bondadoso que custodiaban su territorio, limitado por una reja cubierta por media sombra.

Tras observar ese magnífico escenario, y varios mates después, Emiliano se dispuso a vestirse. En su habitación había mas desorden del que se había imaginado. En un extremo había un escritorio abarrotado de libros, en el piso había cajas cubiertas por montículos de ropa y, colgando de una pared, varias perchas con camisas. Terminó de vestirse cuando la montaña de libros comenzó a vibrar y emitir una molesta melodía. El chico se apresuró a buscar entre los libros hasta que encontró su celular.

-Hola, si - dijo sin disimular su entusiasmo.

-¡Felíz cumple! ¿Listo para ponernos en marcha? - La voz ansiosa de Jorge denotaba el mismo grado de entusiasmo. Continuó. - Ya tengo todo listo, hice el equipaje y tengo los pasajes en la mano!-.

-Eh... - decía Emiliano pero lo interrumpió su amigo.

-¿No hiciste el equipaje?-

-No.- contestó con culpa haciendo una mueca.

-Me imaginé... Bueno, ponete las pilas colgado! Doce y media te encuentro en la Terminal, a la Una salimos.

-Ok. te veo allá.

-¡Plataforma 3! - añadió Jorge antes de colgar.

Miró la hora en su celular. Tenía hora y media para llegar a la estación de ómnibus y no había tiempo que perder.

Le quedaba media hora cuando decidió llamar un taxi. Era imposible llegar a tiempo en colectivo. Mientras lo esperaba revisó su equipaje. En un bolso negro había puesto algo de ropa de invierno, una caja con varios cuadernos, su cepillo de dientes y un antitranspirante. En su mochila llevaba varias camisas, remeras y bermudas, un par de ojotas y su gorra, que no le gustaba. Pero de todos modos -pensó- se dirigían a una zona de intenso calor y era posible necesitarla. Una bocina proveniente del otro lado de las rejas lo interrumpió. Salió al jardín al encuentro de sus dos jadeantes perros, que saltaban y le arañaban las piernas. Les dió varias palmaditas a cada uno y, dándole un prolongado último vistaso al jardín, se fué.

El taxista tenía un aspecto muy cordial. Emiliano lamentó ésto ya que no tenía ganas de conversar y había mucho en qué pensar.

- Buenos días -saludó el hombre- ¿adónde vamos?

-Buenos días, a la Terminal por favor.

-¿Te vas de viaje? - volvió a preguntar el chofer.

A Emiliano le pareció un poco ridícula la pregunta, a fin de cuentas llevaba bastante equipaje consigo.

-Sí, si- contestó el chico. Al ver que el hombre movía la boca añadió - Me voy a Misiones. Hoy es mi cumpleaños y me pareció un buen regalo.

-¡Que suerte tenés jovencito! Yo haría lo mismo si no estubiera atado a éste volante- la voz del taxista se tornó nostálgica. Emiliano se dió cuenta que era un hombre mayor, a pesar de que lo disimulaba muy bien. Cambiando el tono de voz el hombre preguntó -¿cuántos años cumplís querido?

-Dieciocho.- dijo el chico asintiendo.

-¡Dieciocho!- exclamó el hombre -Disfrutalos, te esperan cosas maravillosas.- Y sonriente le dedicó por el retrovisor una mirada que Emiliano interpretó como un aliento ante lo que estaba haciendo.

... CONTINÙA.