viernes, 23 de abril de 2010

Para los Jueces

Siento que no me conozco, por consiguiente la gente que llamo "mis amigos" no conocen ni la mitad de mi persona. Tampoco me preocupo por mostrar cómo soy, no me interesa. Mucha gente se sorprende porque me gusta leer o escribir, dibujar o lo que haga. Eso significa que me habían juzgado de una manera sin siquiera conocerme. Yo tomo la precaución de no juzgar a nadie, ni siquiera después de conocerlo.
Soy así por distintos acontecimientos que marcaron mi personalidad. Mucha gente al verte despreocupado te subestima. No me importa para nada, es más, lo considero una ventaja.
A veces me divierto con ésto.. por ejemplo, me gustó ir a un recital anarco-punk vestido con ropa ancha tipo hip hop. Todo el mundo se ríe, un grupo de punkis con los pelos de colores te mira amenazante desde una esquina, anarquistas con boina y anteojos levantan la ceja al verte pasar. Entonces, cuando llega el momento de expresar algún punto de vista o poguear en la canción más pesada, todos se sorprenden. Buscan acercarse pretendiendo que me sienta halagado por su "aceptación". Lo que no sabes es que odio a la gente que juzga a otra persona, y más cuando lo hacen por cómo esta vestido. Y teniendo en cuenta que los anarquistas creen en la igualdad, la fraternidad, etc. se vuelve más divertido.. y contradictorio.
Un estereotipo de "pibe chorro"(gorrita, camiseta de futbol, zapatillas Nike, pelo teñido, cumbia sonando en el celular,etc.) se cree más que vos en el colectivo, en una plaza o en cualquier lado, simplemente por que su manera de vestir inflige miedo a las personas. Pero cuando miras a los ojos de alguien te das cuenta de la verdad. No se puede pre-juzgar a nadie sin antes mirar a los ojos. Puede que la persona en cuestión te agreda verbalmente por sentirse amenazado(es chistoso, pero generalmente es así), o puede pasar que mire rápidamente para otro lado. Cuando pasa esto me pregunto si no se tendría que sentir avergonzado por tratar de aparentar algo que no es. Digo "pibe chorro" como podría decir "punk, rollinga" o cualquier otro estereotipo.
No estoy juzgando a nadie, simplemente quiero describir lo que pasa en realidad. Todo el mundo se cree dueño del universo, de la verdad, de la razón. Yo podré estar seguro de muchas cosas, pero sé que nunca hay que cerrarse. Se tiene que estar dispuesto a escuchar, no cuesta nada. Podes tomar lo que te pueda servir, y si hay algo en lo que no estás de acuerdo simplemente lo dejas pasar. Siempre respetando a la otra persona. Así se crece. Ya nadie se toma el trabajo de conocer a alguien. Sí superficialmente, pero conocer a alguien es estar dispuesto a aprender de esa persona todos los días.. creo que está mal hacer a un lado a alguien porque no comparte mis intereses.
Siempre me llevé bien con mucha gente y me molesta cuando alguien trata de encasillarme en determinado puesto, sólo por que me llevo bien con el pobre, con el rico, con el drogadicto y con el estudioso.
Lo que pretendo es que el inseguro sea inseguro, el antisocial sea antisocial, el lector sea lector, que el músico haga música, que el bailarín baile... que hagan eso y muchas cosas más! Aceptarse uno mismo y no tratar de aparentar nada, simplemente ser, es el primer paso hacia el entendimiento. No juzguemos a nadie, ninguno de nosotros es perfecto.
Es verdad que existe la malicia, gente destructiva, resentida, envidiosa. No les hagan caso. Esa gente no te debe nada a vos, a mi, a Dios o a su mamá. Se lo debe a sí misma, y esa deuda no se termina de pagar nunca.

martes, 13 de abril de 2010

El Capitalista

Siempre se dijo que serìa suficiente con lo mìnimo. Se dijo que no necesitarìa mas de lo indispensable, pero cuando lo obtubo, lo indispensable era otra cosa. Ya no le alcanzaba lo que tenìa, y lo que antes era mucho ahora era demasiado poco. Se daba cuenta que era una carrera capitalista, pero no podìa hacer nada, ya habìa caìdo en el juego y se sentìa.. se sentìa carente.

Le dejò de importar lo que pensaran de èl, ya no le importaba nadie. Si alguien tiene o no, pensò, es gracias a uno mismo y lo que hace para sì. De esa manera empezò a despreciar al que no tenìa. Ahora los veìa como vagos, lacras, insectos chupasangre.

Quizo destacarse de los demàs, sin darse cuenta que habìa otros como el, y que cada vez se confundìa màs entre gente que pretendìa lo mismo. Primero viò a esa gente como algo mejor, pero a medida que progresaba se diò cuenta que no son màs que insectos chupasangre, que triunfan a costa de otros.

Quizo destacarse de esa gente y pretendiò hacer su propio camino, se convirtiò en socio de una firma muy importante. Se abriò camino en el mercado, aplastando a los màs dèbiles y amasando fortunas.

Se volviò desconfiado, sobre todo con su dinero. Sospechaba que su mujer le quitaba dinero mientras èl no estaba, asì que depositò todo en un banco. Llegò a desconfiar de su socio, pensaba que èste hacìa trabajos independientemente de la empresa, asì que èl hizo lo mismo. Se abriò una nueva agenda, donde cerraba tratos con clientes de la empresa y ofrecìa mejores servicios de los que pensaba podìa ofrecer su socio.

Al poco tiempo su mujer lo abandonò. A èl sòlo le preocupaba los beneficios que ella podìa obtener por el divorcio. Afortunadamente ella no reclamò nada.

Unos años despuès se descubrieron sus negocios por izquierda y fuè expulsado de la empresa. Se viò envuelto en un juicio que le costò una fortuna en ahorros. En el banco ya no quedaba nada. Se obligò a vender sus autos para cubrir unos prèstamos. Sòlo le quedaba su casa.

Pasaron los años y cada vez era màs difìcil conseguir empleo. Se habìa convertido en una persona pùblica y todo el mundo sabìa lo que habìa hecho. Los años pasaron y los impuestos se acumularon. En poco tiempo se viò ante un Juez, que resolvìa rematar los bienes que quedaban. - Señor Juez, no me puede quitar èsto, es lo ùnico que me queda.- dijo èl. El Juez se acomodò en su sillòn, lo mirò con desprecio y dijo - Escùcheme, pero hàgalo bien. Usted señor, en todos sus años de empresario dejò a mucha gente sin nada, se aprovechò de la confianza de su socio mientras le robaba a sus espaldas, se diò la gran vida en su mansiòn sin pagar ni un solo impuesto. Y mìrese ahora, suplicando como si fuera un niño, por algo que construyò con dinero que no le pertenecìa. Esta casa no le pertenece, sus deudas sobrepasan su valor, por lo tanto es màs del Estado que suya. Extraoficialmente señor, le digo que aborresco a gente como usted. Es un vago, una lacra, un insecto chupasangre que triunfò a costa de otros. No se merece que le deje nada.-

Asì el hombre se quedò en la calle, sufriendo y con frìo. Se sentìa carente, y pensò que volverìa a sonreìr si tuviera lo mìnimo indispensable.

domingo, 11 de abril de 2010

Un Claro Entre Caminos


Todos sus problemas perdìan sentido cuando pensaba en lo que habìa logrado: Por fin pudo encontrarse, despuès de mucho tiempo. Y encontrarse a sì mismo habìa supuesto una misiòn larga y difìcil.

Muchas veces se habìa sentido al borde de un acantilado, presionado por distintas cuestiones de la vida. Estubo dispuesto a renunciar, creìa que su lucha habìa sido en vano. Creìa que hasta allì habìa llegado su camino. Es màs, varias veces cayò por ese acantilado. Mientras caìa podìa sentir el vèrtigo que se convertìa en desesperaciòn desgarradora. Pero tocar el fondo no suponìa un dolor mas intenso del que experimentaba mientras caìa. Entonces, despuès de alcanzar el fondo, ya todo le daba igual y se abandonaba a la deriva, a la merced del viento. Curiosamente las arremolinadas y frìas corrientes de viento siempre lo impulsaban hacia el camino de la montaña. Como ya todo le daba igual, èl solo se limitaba a avanzar.

Posiblemente volverìa a caer, y si lo hacìa no importaba, ya que para èl caer se habìa convertido en algo surrealista, falso de alguna manera. Lo ùnico que quedaba de èl era la confianza de que podìa resistir mucho màs.

Un dìa se sorprendiò, pues ya se estaba acostumbrando al dificultoso camino ascendente, cuando se encontrò con èl mismo en lo alto de una montaña.. Se extrañò al ver que no era lo que esperaba, pero no esperò otra cosa que extrañarse. Sabìa que habìa cambiado. Era, como antes, bueno en muchas cosas. Pero ahora sabìa màs cosas que antes: conocìa rutas y caminos, recodos y curvas, habìa aprendido a controlar su respiraciòn y a esperar lo inesperado. Se diò cuenta que eso lo hacìa màs grande todabìa. Viò detràs que se extendìa un nuevo camino y se dispuso a recorrerlo.

Si, èste nuevo el es imperfecto en muchas cosas que antes no conocìa. Pero este camino era distinto, era uno nuevo, y es su deber conocerlo y dominarlo.