domingo, 7 de mayo de 2023

Psicología del oprimido

 Para ser sincero, ya no recuerdo exactamente sobre qué es lo que tenía que escribir.

Creo que era sobre el concepto de la incapacidad y cómo éste me afecta en lo personal.

Porque suele pasarme que me da miedo el no poder cumplir con lo que se supone debo cumplir.

Por lo general tuve una postura rebelde en cuanto a las expectativas que este sistema pone sobre nuestros hombros.

Siempre traté de eludir el camino de la productividad y el éxito económico y todo lo que se relacione con el modelo de éxito capitalista.

Pero paralelamente me quería demostrar a mí mismo que era perfectamente capaz de alcanzarlo si así me lo proponía.


Por eso sentí que descubría el secreto del éxito cuando en ciencias naturales nos explicaron el método científico.

Recuerdo la fascinación que sentí, porque yo al ser una persona naturalmente metódica sentí que podía lograr lo que quisiera si trabajaba en desarrollar ciertas habilidades o adquirir ciertos conocimientos.

Con esa idea de fondo me embarqué en la persecución del conocimiento. Sentía que quería leer todo, y siempre comenzaba desde lo más clásico, para poder entender los procesos que llevaron a entender las cosas como son en la actualidad, y posiblemente realizar yo mismo un aporte revolucionario que cambiaría el paradigma actual.

Por eso a una edad temprana comencé a leer todo lo que caía en mis manos. Recuerdo a los 14 años estar sentado en la barra de un bar que tenían mis abuelos y estar leyendo el manifiesto comunista.

Mucha gente me preguntaba qué hacía leyendo eso. Pero no sólo leía sobre política. Mi mamá me decía "pítufo filósofo" y uno de los primeros libros que me regaló (aparte de la saga de Harry Potter) fué La aventura del Pensamiento de Savater. Un libro que compilaba el pensamiento de los principales filósofos.

Aparte de la fantasía, la política y la filosofía, también leía libros de cocktelería antiguos, diarios viejos, libros de tarot y metafísica de mi madre.


Quería saberlo todo, quería dominar todas las áreas. Aunque leyese cosas difíciles de comprender para mí, sentía que toda esa información iba a quedar guardada en algún lugar de la mente y que me sería útil cuando yo la necesitara.

Así fué, pero no tanto. Siento que se me hizo una ensalada de conocimiento, por eso suelo tener la sensación de que sé lo que otros están tratando de explicar pero me siento incapaz de verbalizarlo.


Libros como hipnotismo, magnetismo y sugestión me hicieron dudar de la propia capacidad humana. Quizás no bastaba con conocerlo todo, sino que se debía contar con las herramientas para manipular al interlocutor y convencerlo de nuestro punto de vista.

Eso me hizo perder fé en el método científico y empecé a dudar de todo lo que me rodeaba.


Acaso era todo mentira? Eran las maquinaciones de éstos autores sólo un punto de vista que podría haber estado siempre equivocado?

Que sentido tendría lograr mis objetivos, si éstos perseguían sólo los intereses egoístas de una mente completamente vapuleada por el sistema?


Creo que en ese momento me interesé por la psicología. Cuando me dí cuenta de que si se entienden los procesos mentales uno puede dominar en gran medida sus emociones independientemente de lo que suceda a nuestro alrededor.

La posibilidad de optimizar mi tiempo, mis recursos y conocimientos para lograr de mí un ser estable, centrado y con el completo control de lo que le sucedía se convirtió en una idea muy atractiva.


No quería que los demás decidieran por mí. Verme afectado por malas desiciones de otros se convirtió en una especie de obsesión.

Si estaba en un barrio feo, en una circunstancia adversa o me equivocaba en algo, quería que fuera yo el único culpable de generar esas condiciones.

Siempre creí que debía aprender de los errores para no volver a cometerlos. Hacerlo supondría una incompetencia de mi parte, y confiar en que el otro haga lo que debía me parecía una idea demasiado arriesgada.


Así fué como me convertí en una persona desconfiada, celosa de mi individualidad y algo paranóica.

Al ser mis aspiraciones tan altas, como querer realizar un aporte revolucionario capaz de cambiar cuestiones tan complejas, sentí que mis esfuerzos nunca serían suficientes porque mis propias condiciones de desarrollo no lo eran.

Siento que los obstáculos de la vida me hicieron perderme por las ramas, y que todo ese potencial del que me creía portador se diluía con cada crisis.


Ahora me siento infinitamente frustrado, incapaz y muy por debajo de mis propias expectativas.

Siento que la arbitrariedad del sistema que nos condiciona es tan injusta que no se merece siquiera gastar dos minutos en pensar cómo se puede cambiar.

Sencillamente porque malgasté demasiadas noches pensando en lograr una revolución, tanto material como espiritual, pero siempre el aquí y ahora me terminaba por romper el orto.

Me despersonalicé completamente. Siento que soy un peón en un juego de ajedrez que ni siquiera es el mío. Osea que posiblemente tarde o temprano sea sacrificado, y no importa lo que haga o deje de hacer para evitarlo.