domingo, 8 de marzo de 2020

Actualización II

La última entrada en donde cuento un poco de mi vida personal y mis proyectos ha quedado desactualizada con la velocidad de un rayo. Ese mismo mes, sólo unos días después, me tocaría atravesar una de las situaciones más difíciles de toda mi vida, la cual paso a narrar a continuación.

Mi novia, cursando el séptimo mes de embarazo, rompió sus dos piernas en un accidente descendiendo del colectivo cuando intentábamos llegar al control médico. Ese momento aún transcurre en cámara lenta en mi memoria. Es increíble como un segundo determina tu suerte.
La vida ha sido muy dura desde entonces. No pude trabajar, y estuvimos movilizándonos en silla de ruedas, yendo y viniendo en ambulancias, pasillos de hospitales, clínicas, cirugías, llanto y muchísimo dolor. El trauma físico nos llevó a temer por la salud del bebé. Por suerte y con el tiempo los dolores fueron mermando y el nacimiento de nuestro hijo nos dió un nuevo empuje para poder seguir afrontando las inclemencias de la existencia.
Ahora las preocupaciones son otras,  nuestro hijo crece haciéndole frente a una cardiopatía (comunicacion interauricular) y la posibilidad de desarrollar la misma enfermedad genética que hizo fracturar las dos piernas a su madre (osteogénesis imperfecta). Todo este cúmulo de sensaciones llevó mi cabeza a un estado depresivo profundo y mi cuerpo se automatizó como un padre que debe alimentar a su cría. Si bien hay cosas positivas en el medio, a mi cerebro le cuesta identificarlas y sigue divagando sin control en un nihilismo desmedido y una ansiedad desmesurada. Por ejemplo, entre las cosas positivas, mi mujer ya camina, y al bebé le salió negativo el primer estudio de osteogénesis. Además, conseguí trabajo. Pero... estas cosas aparentemente positivas están salpicadas como si un camión hubiese pasado a toda velocidad por el charco más cercano. La primera vez que me sentí felíz después de mucho tiempo quise hacer una gran comida en mi casa e invitar familiares y amigos. La pasamos espectacular, pero al final todo se transformó en una pesadilla. Nos fuimos a golpes de puño con mi hermano gemelo, al cual lastimé seriamente al punto de que necesite cirugía para reconstruír pómulo y nariz. Honestamente no se qué me pasó (Ver mi entrada TEI: "Trastorno Explosivo Intermitente" para un mayor entendimiento). Sólo sé que actué con mucha rabia acumulada y la mal dirigí hacia mi hermano. Todas estas frustraciones generaron un bloqueo visual y una explosión de furia. Recuerdo tres secuencias como si fueran fotos o partes de videos cortadas abruptamente. Tristemente se parece a muchos episodios violentos que han marcado mi vida y que narro en éste blog, como en la publicación más leída "La vida es como un electrocardiograma". Pero ésta secuencia no la quiero narrar. Tampoco quiero justificarla ni tratar de hacer ver mi parecer de la cuestión. Sólo quiero hacerme cargo de mi comportamiento equivocado, y si los demás cometieron errores será trabajo de ellos aceptarlos también.
Así fué como las cosas dejarían de ser lo que eran en mi relación con mi hermano gemelo. La persona con quien más nos entendíamos... aunque es necesario también aceptar que las diferencias cada día eran más grandes y quizás ésta situación de alguna u otra forma era inevitable.
La depresión se hizo muy profunda. Un pozo sin luz ni oxígeno. Yendo a trabajar por inercia. Descontento general. Ideas suicidas. Incapacidad para sonreír. Me arrastro por el suelo como una babosa. Pienso mucho. Demasiado. Me ahogo. Mucho ruido. Un día, mientras pedaleo del trabajo a casa inmerso en toda esa nebulosa electromagnética, me accidento con la bicicleta. Ahora estoy rengueando, con posibilidad de perder mi trabajo, con cuentas que pagar y sin poder alimentar a mis perros... Pienso en el karma.
Pero también pienso que ya tuve suficiente. Me pregunto ¿cuánto más me quiere enseñar la vida? Busco la estabilidad emocional desesperadamente. Temo por mi cordura si no la alcanzo pronto.