sábado, 10 de enero de 2015

En defensa propia

Un día como hoy no es fácil levantarse. El día gris, húmedo, lloviznoso; sumado a la hora temprana y a la voluntad opaca y desgastada, da como resultado un color somnoliento y borroso. Como si se tratara de un par de ojos con cataratas, o del color de los huesos de una parca triste y abrumada, confinada en las catacumbas de un castillo musgoso.
El mejor de los intentos por cambiarle el color a un día como éste resultaría insignificante. Escuchar música alegre sería ridículo, fumarse un porro sería patético. Aveces es mejor dejar que la niebla se apodere de nuestras entrañas. Dejar que nos apuñale en el vientre, nos atraviese el tórax y nos llene los pulmones, para luego comenzar a toser polillas. Esa mierda puede ser cancerígena. Mejor afuera que adentro. Mejor dañar que sufrir. Mejor matar que morir.
Los días como hoy no me molestaría ser un asesino. Con un día así es difícil pensar que alguien pueda estar sonriendo. Por lo tanto, no le estaría arrebatando la felicidad a nadie. Aportar tu grano de oscuridad a ésta oscuridad sería la única manera de modificar con sentido a un día como el de hoy. Utilizar la oscuridad reinante a tu favor; redirigir la negatividad que te rodea hacia un objetivo. Resultaría casi una autodefensa, tan natural como lo es nuestro instinto de supervivencia. Por lo tanto, no sería crimen alguno, ya que estarías obrando en defensa propia.

Un día como hoy podría ser un asmático; o un drogadicto sin su dosis, transpirando y pataleando bajo las cobijas. Bien podría ser un esquizofrénico, luchando desesperadamente por librarse de esa camisa de fuerza; o podría ser una víctima de ese asesino, con un disparo en la nuca, flotando boca abajo en una piscina, con los brazos extendidos, abrazando la turbiedad de la muerte. Con la lluvia de hoy golpeando en mi espalda, salpicando el ayer.
Sin dudas prefiero ser ese asesino. Así, tal vez, transformaría éste insípido día en un paseo por el campo. O tal vez no. Quizás en días como éste los asesinos se suicidan. Mejor, un día como hoy prefiero ser yo. Seguir aterrorizando a los que me rodean con mis ideas locas, seguir ignorando a mi familia y alimentando el odio de los que me odian. Sembrando la incertidumbre de los que me buscan. Seguir haciendo lo que me gusta hacer. Seguir llenando páginas arrancadas, leerlas e, insatisfecho, dejar que llueva sobre mis hombros.
Dejar que la hoja se empape, las palabras se destiñan, y así alimentar la tristeza y el desgano con el que Dios se dejó romper el culo en aquel descampado el día que nos creó.