Este año fue muy crudo.
Crudo.
No encuentro mejor palabra para describirlo.
Mi salud, tanto física como mental, fue presionada contra los límites de lo humanamente soportable.
Sentí que me morí.
Y la verdad es que lo hice.
Sufrí una transformación grosera.
Nada queda ya de la persona que fui durante mis 20.
Las personas que solía frecuentar ya nada tienen que ver conmigo.
Ahora soy otro.
De alguna manera sigo atrayendo gente a mi vida, pero se encuentran con una persona ni tan guerrera, ni tan soñadora, ni tan empática.
Soy lo que hicieron de mi.
Fui tratado como una bestia. Y si fuera por ellos yo no estaría en este mundo.
Lo considero tortura.
Por eso ya no doy explicaciones.
Me da igual.
Tantas palabras salieron de mi boca en vano.
Tanto tiempo perdido para suavizar la existencia ajena.
Y por mi? Que hicieron por mi cuando de verdad los necesitaba?
Me apuñalaron.
Hoy se enojan porque me buscan y no me encuentran.
Pero sigo adelante.
Sigo mi camino, despojado de esa antigua mochila.
Y descubro paisajes espectaculares.
Y me encuentro con una paz inmensa.
Y me siento libre.
Una sabiduría inescrupulosa me invade sorprendentemente.
Un profundo entendimiento del amor y el sufrimiento. De la vida y de la muerte.
Sin dudas las experiencias vividas este año son el perfecto complemento para tanto libro leído.
Se puede decir que sin mi entrenamiento en el absurdo no hubiese sobrevivido.
Hoy digo GRACIAS.
Gracias por odiarme, por herirme, por abandonarme.
Gracias a eso me convertí en una columna de hierro.
Y estoy listo para construír mi porvenir.
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