Yo voy, lobo estepario, trotando
por el mundo de nieve cubierto;
del abedul sale un cuervo volando,
y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto.
Me enamora una corza ligera,
en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso;
con mis dientes y zarpas de fiera
destrozara su cuerpo sabroso.
Y volviera mi afán a mi amada,
en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
y saciando mi sed en su sangre por mi derramada,
para aullar luego solo en la noche tristísima.
Una liebre bastara también a mi anhelo;
dulce sabe su carne en la noche callada y oscura.
¡Ay! ¿Por qué me abandona en letal desconsuelo
de la vida la parte más noble y más pura?
Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres;
hace tiempo que ya estoy sin hogar y viudo
y que troto y que sueno con corzas y liebres
que mi triste destino me ahuyenta y espanta.
Oigo al aire soplar en la noche de invierno,
hundo en nieve mi ardiente garganta,
y así voy llevando mi mísera alma al infierno.
Y para finalizar, quiero acompañar este poema con una reflexión. Como siempre lo hago. Es de mi costumbre, luego de leer éste poema, escuchar lo siguiente:
subverso
El lobo estepario es uno de mis libros preferidos. Hace mucho que no lo releo, hoy mismo lo empiezo, tu post me dio ganas...
ResponderBorrarUn saludo
El lobo estepario NUNCA se relee por azar. Imprescindible.
ResponderBorrarUn abrazo.
Nunca lo había leído, muy bueno, mientras lo leía fue como perderme del mundo, gracias por eso.
ResponderBorrarSaludos!! que andes bien y lamento pasar apenas pero es que la vida real me atrapa.